Uno coge las pistolas por amor a sus semejantes y acaba matando a sus semejantes por amor a las pistolas. Recuérdalo. Repítelo. Narrar es repetir. Narrar es recordar. La luz de la narración, la luz de la repetición. Si olvidas, no escribes. Si escribes, no olvidas. Uno coge las pistolas por amor a sus semejantes y acaba matando a sus semejantes por amor a las pistolas. Recuérdalo. Repítelo.

José Luis Cacho
Pasajes, 27, enero, 2001

Con palabras cargadas de memoria, presente y futuro

Las mujeres y los hombres se alimentan de palabras. Sí. Los hombres y las mujeres poseen nombre, rostro, palabras. Pero en su mayoría permanecen anónimos, invisibles, mudos. Están por descubrir-se. Y son esas personas las que viven en esta tierra. Y lo hacen respirando palabras violentadas, falseadas, contaminadas. ¿Y las suyas? ¿Sus palabras? ¿Estarán cargadas de futuro? Pensémoslas. La primera conquista emancipatoria y democrática se ejerce desde las palabras. No dejemos de analizarlas, nombrarlas y escucharlas. Con ellas alcanzamos el sentido de lo que podemos ser:  con nosotros, con los otros, con el mundo.  Seamos exigentes y generosos con la palabra: hitz, paraula, verba. Y la palabra será exigente y también generosa con nosotros.  Recuperemos las palabras cargadas de memoria, presente y futuro; las palabras que respiran historia y transpiran dignidad; las palabras críticas, desveladoras pero comprensivas;  las palabras que nos hacen polifónicos;  las palabras motoras que son también acciones; las palabras que saben con-vivir sin renunciar-nos; las palabras que escuchan las voces de quienes -ya sin estarlo- nos acompañarán para siempre. Si sabemos escucharlas, sabremos  escuchar-nos y hacer-nos escuchar en libertad.

José Ignacio Aranes


Hay palabras que, a fuerza de usarlas de forma parcial o partidista, a fuerza de tergiversarlas o de repetirlas con interesada insistencia, pierden el sentido. Se quedan mustias e ineficaces como pólvora mojada. Se siguen pronunciando y todavía provocan un grandilocuente estallido, pero ya no causan ningún impacto. son como salvas al aire. tan sólo estruendo fonético.

Cuando reina la confusión y las palabras ya no dicen sino que se limitan a hacer ruido, algunos empuñan las armas para hacer más ruido que los demás. ¡Que hablen las armas! argumentan, olvidándose de que las armas sólo rugen. En medio de tanta palabra sin munición y de tantas balas sin significado, se impone regresar al arsenal del léxico, cargar las palabras con su acepción correspondiente, apuntar al blanco correcto y disparar sin temos. Quizá, armando las palabras, callen, por fin, las armas.

Antonio Altarriba


He dicho ventana y el sol
se ha marchado pidiéndoles a
todos que olviden sus apellidos.

He dicho pueblo
solidarizándome con los jóvenes y nerviosos cadáveres
que jamás fueron asesinos.

He dicho planeta
contra la crueldad de aquellos
que pretenden enseñar geografía
con mapas de sangre.

BESOS Y ABRAZOS PARA TODOS
José Manuel Heredia